CONSOLACION Y DESOLACION

¿CONSOLACION O DESOLACION?

(ESTE VALIOSO MATERIAL ES ESTRAIDO DE LA ESCUELA DE ESPIRITUALIDAD CONVIVENCIA CON DIOS, OBRA DEL PADRE SJ ALBERTO IBANES PADILLA)
"El discernimiento de espíritus es el conocimiento intimo del obrar divino en el corazón del hombre; es don del Espíritu Santo y un fruto de la caridad"




CONSOLACIÓN
Es una experiencia de gusto, fuerza y paz espiritual, que hace percibir la acción del buen espíritu. Es de orden sobrenatural, de modo que no debe confundirse con una simple euforia natural, una sensación de bienestar o de satisfacción meramente humana. Si estas contento por algun evento ocurrido en la vida cotidiana como ganar un premio o recibir un regaalo, eso no significa consolación espiritual.
DESOLACIÓN
Es una privación de los consuelos sensibles, que induce al desaliento ante la oración y la virtud. Tu puedes estar en gracia de Dios y sin embargo no sentir esa vivencia profunda de que estas en Dios. Esta pérdida de la presencia sensible del Señor te desanima y te hace más difícil conservar los buenos propósitos. Pero en este tiempo puedes ganar mucho mérito y avanzar en el camino espiritual. 
EN EL SENTIMIENTO

La CONSOLACION o DESOLACION  del sentimiento es la más fácil de experimentar y por lo tanto de discernir.
CONSOLACIÓN: Paz – Gozo – Fervor (ver diagrama).
Puedes decir que experimentas paz espiritual cuando tus sentimientos están armonizados en Dios. Tienes serenidad, suavidad, dulzura, consuelo.
Experimentas gozo espiritual cuando te sientes lleno de alegría y emoción por las cosas de Dios. Si ese gozo es más intenso y efusivo, se llama júbilo
Experimentas fervor o devoción sensible cuando tu corazón está como enamorado de Dios. Sientes que tu temperatura interior es como el agua en ebullicion. Tienes bríos para emprender cosas difíciles y los misterios divinos te conmueven. Brotan palabras de amor y promesas generosas: “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré” (Mt 26, 35).
Si el fervor se vuelve más íntimo, lo llamamos ternura. Es una mayor sensibilidad para el amor, la comprensión, la intimidad.
Otra forma del fervor son las lágrimas. Lo importante no es la función de las glándulas lacrimales, sino los sentimientos espirituales que la provocan: arrepentimiento, gratitud, compasión por Cristo sufriente, emoción al experimentar la presencia de Dios. Esos sentimientos no se pueden expresar con palabras pero sí con lágrimas, que unas veces son muy suaves y otras veces llegan en forma de llanto. Identificas que no son desconsuelo sino que te suavizan por dentro, porque el Señor está lavando tu interior con ese río de agua viva.
DESOLACIÓN: La desolación más común es la sequedad o aridez, cuando estas insensible ante las cosas espirituales. Si es más fuerte llega a la turbación, que es lo contrario de la paz. entonces tu corazón parece un campo reseco, donde no brota nada. (La sequedad en el sentimiento provoca muchas veces oscuridad en el entendimiento y desaliento en la voluntad).
Lo contrario del gozo es el desconsuelo, o sea tristeza espiritual, tedio, fastidio, repugnancia hacia las cosas de Dios.
Lo contrario del fervor o devoción sensible es la amargura o frialdad espiritual. Una forma de ella es la acedia o falta de gusto por ciertas cosas buenas. Suele estar unida a gusto por las cosas mundanas.
La consolación o desolación en el sentimiento son mucho más fáciles de notar que las del entendimiento y de la voluntad, pero son menos importantes. Generalmente los recién convertidos a la fe les dan demasiada importancia; sólo consideran consolación al gozo y a la paz que sienten, y que a veces estos se confunden con los sentimientos naturales. Como al principio Dios suele dar muchos caramelitos, cuando tienen los primeros desconsuelos, parece que se les viniera abajo toda su vida espiritual.

EN EL ENTENDIMIENTO

CONSOLACIÓN: Luz – Inspiración – Recogimiento infuso (ver diagrama).
Luz (claridad, luminosidad): cuando una verdad que ya conocías se vuelve más clara, más luminosa.
Inspiración: cuando te aparece un nuevo pensamiento, como mensaje del Señor, para comprender mejor sus enseñanzas o para ejercitar alguna virtud.

Recogimiento infuso: cuando tu entendimiento queda en paz contemplativa, acallado y silencioso en la presencia de Dios, que parece estar atrayéndolo desde dentro. Es recogimiento, o sea que ni las imaginaciones ni las ideas se derraman hacia afuera, pero no es simplemente natural: cualquiera puede estar recogido porque se esfuerza en concentrarse o porque no se le presentan cosas que lo distraen. El recogimiento infuso o infundido por Dios, es una gracia sobrenatural que va preparando para la vida contemplativa.
DESOLACIÓN: La desolación en el entendimiento se manifiesta como Oscuridad – Idea obsesiva – Disipación (ver diagrama)
Oscuridad:  Cuando lees la Palabra de Dios, escuchas un sermón, pero no te dice nada; aunque entiendas las palabras no captas el mensaje. El entendimiento parece embotado; no nos referimos a una simple indisposición física, sino a una experiencia espiritual.
Idea obsesiva. Vuelve una y otra vez, asediando el entendimiento para no centrarse en Dios.
 Disipación. Cuando las distracciones vienen de cualquier parte; vagan por aquí y por allá, sin que puedas detenerte en ningún pensamiento.

 EN LA VOLUNTAD
CONSOLACIÓN: Fuerza – Moción – Devoción (ver diagrama).
Tienes fuerza, cuando el Espíritu Santo enriquece tu voluntad con un nuevo vigor. Estaba quizá marchando bien, pero ahora notas mayor fortaleza, para cumplir los mismos propósitos.
Tienes una moción, cuando notas que el Espíritu Santo te empuja hacia tal decisión.
La palabra devoción aquí la entendemos como esa unción interior que lo hace a uno consagrarse, dedicarse a Dios. En latín “devovére” significa consagrarse. Esta forma de consolación es, por lo tanto, una facilidad para entregar la propia voluntad en la voluntad de Dios. Para no confundirla con la devoción sensible, podemos llamarla devoción sustancial o devoción en el sentido clásico de la palabra. Por ej., cuando San Francisco de Sales escribió su “Introducción a la vida devota”, quería decir una vida entregada a Dios.
DESOLACIÓN: La desolación en la voluntad aparece como Desaliento – Tentación – Repliegue sobre sí mismo (ver diagrama).
Tentación del malo: cuando sientes inclinación a dejar alguna práctica buena o a cometer alguna falta.
Estas formas de desolación llevan fácilmente al repliegue sobre sí mismo. En lugar de devoción, que es darse a Dios, está un egocentrismo que hace a mi voluntad reconcentrarse y rumiar mis cosas. (Parece que no tengo interés más que por lo mío).

 CAUSAS DE LA DESOLACIÓN
 Cuando hemos tenido una desolación, es importante averiguar sus causas:
Indisposición física, no es la desolación en sí misma pero puede ponerte al borde de ella. Entonces el enemigo suele aprovecharse para dar un empujon hacia la desolación y el desaliento. Por ejemplo cuando estas enfermo quiza no tienes ánimo para rezar, leer la Palabra o hacer tus apuntes espirituales; Pero esta atento porque la enfermedad es una ocasión para la generosidad y la entrega a Dios. Entonces aprovechala y vive la bienaventuranza de estar clavado en la cruz con Cristo.
Falta de esfuerzo o recogimiento: si no pones empeño durante la oración o si pasaste mucho tiempo en cosas mundanas. Entonces la desolación es una luz roja para avisarte que algo está funcionando mal y es necesario cambiar de actitud.
Descuido en los métodos e indicaciones: aunque uno haga esfuerzos, quizá puede caer en desolación por actuar equivocadamente.

Cuando la consolación se hace más viva y concreta, tenemos gozo - inspiración – moción. O, al revés: desconsuelo - idea obsesiva – tentación.
La consolación de mayor valor está en la tercera columna: fervor - recogimiento infuso – devoción. Y, al revés, la peor desolación, porque supone imperfección por parte de uno, es: amargura (unida a gusto por lo mundano) - disipación – repliegue.

No detenerte cuando Dios te envía la consolación o detenerte cuando ya ha pasado. Si estás en tu meditación personal y encuentras una frase bíblica que te trae mucha luz, quédate saboreándola, sin querer leer el capítulo entero. Por el contrario, cuando el tema dio lo que debía dar, si entonces te quedas ahi rebuscando porque antes te dio devoción, corres el riesgo de quedarte seco. Hay que seguir el paso del Señor. También en la oración grupal, cuando Dios te envía una luz preciosa, aprovéchala: esa luz es especial para ti, aunque los demás sigan hablando de otras cosas.
No haber agradecido los consuelos, o haber creído que podrías tenerlos cuando quisieras, porque la vanidad provoca la desolación, aleja al alma de Dios.
Buscar la consolación por gula espiritual y no por servirme mejor. Cuando uno se va engolosinando con los caramelos, el Señor se los quita para que no le hagan daño. Le hacen daño los caramelos a quien se queda con los consuelos de Dios en lugar de apuntar al Dios de los consuelos.
Estar resistiendo la gracia de Dios, aunque sea por una oculta afición desordenada. Cuando estas en desolación,  preguntate: ¿estoy diciéndole NO a Dios en algo? ¿Le estoy cerrando la puerta para que entre a algún rincón de mi corazón? Si tengo un rencor, el corazón se me estruja y no puedo sentir el amor de Dios. O bien, si él me está pidiendo que haga más mortificación y yo me hago el sordo, acabo por perder la sensibilidad para percibir su voz. Si tengo un apego, una afición, que no está ordenada según la voluntad de Dios, aunque no me haya dado cuenta muy claramente, mi sensibilidad queda embotada para los valores espirituales.
Situación humillante mal aceptada: cuando aceptas las humillaciones con verdadera humildad y amor a la cruz, te deben hacer sentir el gozo de parecerte a Cristo: “Felices ustedes cuando sean insultados y perseguidos y cuando se los calumnie en toda forma a causa de Mí” (Mt 5, 11), dice Jesús.
Pero muchas humillaciones, en cambio, te han causado desolación por no haberlas aceptado con buen espíritu, es decir por haberte quejado o rebelado con orgullo.
Heridas interiores: ciertas desgracias pueden dejar un resentimiento. Por ejemplo, “Dios es malo porque se llevó a mi abuelita”. Con frecuencia no lo recordamos, pero aflora desolación: por ejemplo, amargura o repliegue sobre sí mismo. Para este problema el remedio oportuno es la oración de sanación interior. En algunos casos podrá ser necesaria la ayuda de un profesional. (Eclo 38, 9 – 13)
Opresión del demonio: cuando uno ha comprobado lealmente que no existen otras causas, puede pensar que el enemigo está influyendo en la sensibilidad o la imaginación. En este caso, recurrimos a la oración de liberación.
Purificación mística: en el camino de la vida espiritual hay noches oscuras, purificaciones místicas, en las que no se puede encontrar una causa física ni moral. Suponen crecimiento espiritual y preparan para nuevos avances. Suelen durar bastante tiempo. Durante ellas el alma sigue siendo fiel a Dios y no encuentra algo concreto que esté interceptando la gracia. Muchos se imaginan que toda desolación proviene del diablo, pero no es verdad.

¿CÓMO ACTUASTE EN LA DESOLACIÓN?
¿Intentaste descubrir la causa para remediarla? Como las causas  pueden ser muy variadas, por lo tanto también la táctica para superarlas. Es bueno examinarlas un poco, pero no frustrarse si uno no las descubre.
¿Excitaste el ánimo y la esperanza? Aunque uno esté en desolación, puede hacer con su voluntad actos de confianza en Dios y darse ánimo basado en sus Promesas.
¿Aprovechaste la desolación como purificación del amor? Uno aprende a amar a Dios mismo, prescindiendo de sus regalos.
¿Buscaste a Dios con más oración, recogimiento, examen y sacrificio?
Ésos son los cuatro medios más eficaces para buscar a Dios. Por supuesto, deberán estar acompañados con un sincero propósito de conversión en lo que descubres la falla propia.
¿Mantuviste los anteriores propósitos? Durante la desolación suele venir la tentación de abandonar los propósitos y aflojar, pero si vas en lancha y se te acaba el combustible, debes seguir navegando, aunque sea con los remos.
¿Te precaviste contra posibles caídas vigilando los puntos más flojos?
Como en la desolación estás expuesto a las tentaciones, necesitas vigilar los puntos más débiles de tu muralla, por donde otras veces ya se ha metido el adversario.
En caso de opresión, ¿pediste ayuda para liberarte o expulsaste tú mismo al demonio? Cuando se sospecha opresión y cuando la desolación se hace muy larga o fuerte, conviene pedir a otros que oren por uno. Tú mismo también puedes expulsar al maligno , renunciando a cualquier complicidad con él.
¿Consultaste a tu acompañante? A veces, el sólo ventilar los problemas con el acompañante espiritual basta para que se disipen. Otras veces sus consejos podrán servir para mantenerte firme aunque dure la desolación.
 ¿CÓMO ACTUASTE EN LA CONSOLACIÓN?
¿La pediste y la recibiste con intención pura? Es bueno pedir la consolación. Algunos, por falso ascetismo o por machismo, no se atreven a pedirla. Pero tengo que pedirla con intención pura: poder amar más a Dios y al prójimo. Lo importante es que crezca Jesús y disminuya yo.
¿La agradeciste y te humillaste, reconociendo que es un don gratuito?
Todos los santos, al experimentar los favores de Dios, se anonadaban. María cuando exulta de gozo dice: “Dios miró con bondad la pequeñez de su servidora”.
¿La moderaste si fue excesiva? Puede ser excesiva, no la gracia misma sino las manifestaciones que resulten molestas a otros; o las reacciones psíquicas que produzca en mí mismo, quitándome armonía interior; o los efectos en mi vida, si me deja como soñando cuando es el momento de trabajar o me quita el interés por el trato con los demás. Lo excesivo nunca es bueno.
¿La aprovechaste para entregarte más a Mí? Esa es la finalidad de los consuelos.
¿Orientaste tu consolación al bien espiritual de otros? Existe el peligro de guardársela para uno mismo, con espiritualidad individualista (2 Cor 1, 4).
¿Procuraste tomar fuerza para la próxima desolación? Es el momento de revisar la muralla y recomponer las tropas, para el próximo asalto del enemigo. Es el momento de decir: “Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte”, recordando también: “Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti para que no te falte la fe” (Lc 22, 31- 32).
¿Descubriste qué cosas te han ayudado a recibir esta consolación?
Haber guardado mejor el silencio, haber perdonado a Fulano, la compañía de tal persona, el haberte alejado de tal otra, la hora adecuada, la postura, el lugar, etc. Aunque la consolación es una gracia que Dios puede dar cuando quiera, esas circunstancias ayudan a recibirla mejor. Examinar cada caso va aumentando mi experiencia para buscar más eficazmente la verdadera devoción.

El discernimiento moral mediante la conciencia 
distingue entre lo bueno y lo malo.

El discernimiento prudencial mediante la virtud de la prudencia  y don de consejo 
distingue entre lo aceptable y lo mas oportuno o prudente.

El discernimiento racional  mediante la razón
distingue entre lo  verdadero y lo falso.

El discernimiento ascetico mediante hábitos virtuosos
distingue entre lo bueno y lo mejor.

El discernimiento de espíritus por inspiración del Espíritu Santo
distingue lo que hace, lo que dice y lo que deja el buen espíritu y el mal espíritu.

No comments: